
Vía, 100 Layes Cake | Fotos, W. Scott Chester
Una boda romántica, casual y al aire libre, eso es lo que deseaba Laura -la novia- para su gran día. Y el resultado… una boda colorida y super inspiradora entre lo indie y lo vintage.
Las mariposas que llevó la novia como tocado fueron el elemento inspirador para la decoración de la boda. De estas se tomó la paleta de colores formada por dos tonos principales, el amarillo y el naranja, complementados con distintos tonos de rosados.
La ceremonia se celebró en un jardín enmarcando el «altar» entre dos sauces y una cascada de cintas de colores (en todos los tonos contemplados en la paleta).
La novia llevó un hermoso ramo de peonías al igual que sus damas de honor, quienes lucieron unos sencillos vestidos cortos en color rosa coral y zapatos amarillos (una combinación arriesgada pero perfecta). Sólo la madrina lució un vestido diferente en tonos amarillos y verdes. El novio, por su parte, vestía traje gris con corbata amarilla de topos blancos y prendido de craspedias.
El salón de la recepción fue decorado en tonos amarillos y naranjas pasteles, sin muchas estridencias. El punto romántico lo otorgaron los arreglos florales: una composición casual y campestre con flores de diversos tipos en distintos tonos de rosas con toques verdes y blancos, colocadas en pequeños jarrones de cerámica blanca.
Dos detalles increíbles en esta boda fueron: el panel de invitados de contraventanas de madera pintadas en amarillo y decapadas; y las luces de bengalas, colocadas en una mesa junto a un cartel de pizarra que indicaba la hora en la que se debían encender… ¡Justo para la huída de los novios!.
Una boda sencilla con un sabio uso de los colores, una perfecta elección de las flores (cuya decoración estuvo a cargo de Amy Osaba) y un refinado gusto vintage para resaltar las piezas puntuales.
¿Os gustan los colores y la decoración de esta boda?
¿Y la idea de utilizar cintas para decorar la zona de la ceremonia?
me encantaaaaaaaa